La Conjura De Los Necios



Los niños tampoco logran conciliar
Nuestra sociedad cada vez exige más a sus pequeños y como si de jóvenes nipones se tratase la agenda de nuestros niños se abarrota de actividades extraescolares a veces desmedidas.



Nos reunimos con Sara Martínez, una pequeña con un cierto aire a Sherley Temple por sus tirabuzones dorados y su cara angelical. Tiene 5 años, edad sorprendente dada su altura considerable y el despejo en el trato y en las acciones que muestra.

Acaba de llegar a casa de sus clases de ballet, entra llorando porque sabe que ahora toca hacer los deberes y le espeta a su madre que quiere ver la televisión y que ya hará luego el trabajo. Pero son las ocho y media de la noche y su madre debe convencerla de que ya no queda tiempo para relajarse, aún tiene que hacer los deberes, ducharse y cenar.
Su madre asegura que este tipo de rabietas son habituales porque la niña llega cansada a casa y lo último que quiere es tener que sentarse a estudiar.

Sara se encuentra dentro del grupo de chiquillos con un nutrido horario de actividades extraescolares. “Hago muchas cosas, son divertidas y voy con amigas. Por eso no me importa tener que ir”. La lista de obligaciones de esta niña son pasmantes: “mi madre me dice que hay que hacer deporte, por eso tengo ballet dos días a la semana y los fines de semana voy a nadar”. Hay que añadir a las actividades físicas las clases de refuerzo que recibe. “Como me saltaron un curso el año pasado ahora tengo clases de francés todas las semanas porque a veces me cuesta más leer y sumar que a los otros de mi clase, porque como ellos son más mayores”. Añadió a esta larga lista de lecciones el euskera, asegura que le agrada menos que el francés “pero nuestra profe es muy maja y hacemos un montón de juegos en clase, hasta vemos películas de dibujos”.

Sara subrayó en repetidas ocasiones durante la entrevista que se suele estar agotada pero que en plena actividad no se percata de ello, se da cuenta al llegar a casa. “Cuando me bajo del autobús del cole estoy muy cansada, me dan la merienda y me olvido un poco. Pero cuando mi madre viene a buscarme de baile o de euskera nos enfadamos porque nunca puedo hacer lo que quiero cuando llego a casa”.

Cuando le preguntamos que actividades preferiría si no tuviese estas obligaciones, nos responde previsiblemente “ ir al parque, luego jugar un poco en casa y ver la tele. Pero nunca me da tiempo. Me han regalado muchos juguetes por mi cumpleaños y algunos todavía ni los he estrenado”.
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